N–acetil–L-cisteína para el sistema inmune y las enfermedades respiratorias
La N-acetil-L-cisteína (NAC) es un tiol que actúa como un precursor acetilado del aminoácido L-cisteína (1). Este compuesto se ha sido utilizado desde los años 1960 como fármaco con efectos mucolíticos y fue aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) en 1963 (1, 2). Adicionalmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoce para el tratamiento clínico en la insuficiencia hepática inducida por sobredosis de paracetamol (acetaminofén) (3-5).
Actualmente, la NAC se encuentra disponible en varios países (p. ej., Estados Unidos, Australia y España) como un suplemento nutricional emergente de venta libre. En tal sentido, se le atribuyen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias con potenciales efectos terapéuticos en afecciones relacionadas con el estrés oxidativo celular e inflamación (4), como enfermedades respiratorias y pulmonares, entre ellas la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y la fibrosis quística (FQ), entre otras.
Dado que la NAC es un precursor que favorece la síntesis de glutatión en su forma reducida (GSH), estudios in vitro e in vivo (1, 6), sugieren que sus mecanismos antioxidantes están relacionados, directa e indirectamente, con su estructura química y su acción en el metabolismo celular. De forma directa, el grupo tiol (-SH) en su estructura permite reducir disulfuros de proteínas (7). De forma indirecta, actúa como precursor del GSH, aumentando sus concentraciones intracelulares, reaccionando con especies reactivas de oxígeno y nitrógeno (RONS) (p. ej., radicales hidroxilo y dióxido de nitrógeno) (6, 8) y sirviendo como sustrato para diversas enzimas antioxidantes (7).
Por otro lado, por sus posibles efectos antiinflamatorios, se ha propuesto que en pacientes con enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), la NAC podría reducir la síntesis de citocinas inflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interleucinas (p. ej., IL-6 e IL-1β) y suprimir la actividad del factor nuclear kappa B (NF-κB) (1, 4, 9). Esto podría contribuir a la modulación de otros procesos fisiopatológicos relacionados con la enfermedad, como la disfunción mitocondrial, apoptosis celular e inflamación (8).
Por otro lado, algunos ensayos clínicos han incluido dentro de su metodología poblaciones con patologías asociadas a las enfermedades respiratorias, pulmonares, y demás relacionadas con el sistema inmune, como FQ (10), EPOC (11), gripe (Influenza A) (12), COVID-19 (13), NAFLD (14), han sugerido el uso de NAC como un compuesto terapéutico seguro y bien tolerado para el tratamiento pacientes con enfermedades respiratorias y pulmonares en dosis orales entre 600 a 1200 mg/día, y hasta de 3000 mg/día, por un periodo de hasta 2 años (4), considerado así el NAC como un compuesto con efectos terapéuticos antioxidantes y antinflamatorios prometedores en una amplia gama de afecciones en las que el estrés oxidativo y procesos inflamatorios están relacionados con la aparición y progresión de dichas enfermedades.
Aunque no todos los estudios clínicos han mostrado resultados consistentes, y muchos de ellos se han realizado en modelos animales o cultivos celulares, sería necesario realizar más investigaciones clínicas que respalden sus posibles efectos terapéuticos en las afecciones mencionadas.
Autores: ND. John Giraldo MSc. & Prof. Jorge Petro, PhD
MTX College | DBSS Research Division
Referencias
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